La Asamblea Nacional

Apertura de los Estados Generales

Los Estados Generales comenzaron a sesionar el 5 de, mayo de 1789 en el palacio de Versalles, con la presencia del Rey. El clero tenía 291 representantes, la nobleza, 270 y el tercer estado, 578.

El rey Luis XVI

El Rey, en su discurso, menciono la grave situación financiera del país, pero ignoro los reclamos de los cuadernos de quejas. Esta situación, sumada a la negatividad del Rey a aceptar el voto por cabeza en lugar del tradicional voto por estamento, molesto a los miembros del tercer estado, que aliados con una parte del bajo clero proclamaron la Asamblea Nacional, en tanto representaban a casi toda la población. El primer acto de soberanía de la asamblea fue declarar que ningún impuesto se votaría sin su aprobación.


El 20 de junio, ante su gesto de rebeldía, se les cerró la sala de sesiones de los estados General, por lo que se reunieron en la llamada “Cancha de Juego de Pelota” y juraron no separarse hasta dar a Francia una Constitución escrita.


"Juramento del juego de la pelota", óleo de Jacques-Louis David

El inicio de grandes cambios


Mientras tanto, en París, los burgueses crearon un gobierno municipal (la Comuna) y las bases de una Guardia Nacional (una milicia integrada por ciudadanos armados), que comenzó a usar una escarapela tricolor; blanca, roja y azul. Esta organización fue copiada en todas las villas del reino. El 14 de Julio, con un clima de mucha agitación debido al aumento del precio del pan, una multitud asalto la prisión real de la Bastilla para apoderarse de las armas que allí se guardaban. La toma de la Bastilla fue todo un símbolo: el del triunfo de la voluntad popular sobre la arbitrariedad real, que a partir de ese momento se batió en retirada.


La toma de La Bastilla

La toma de la Bastilla


"Construida durante la Guerra de los Cien Años, la Bastilla tenía ocho torres de veintitrés metros de altura [...] La vieja prisión que [...] guardaba en 1789 siete prisioneros solamente, era inexpugnable [...] Durante la noche del 14 al 15 de julio, el rey fue despertado por el Duque de Liancourt [...] Le contó lo que había ocurrido. Luis XVi quedó pasmado. "Es una revuelta", dijo. "No, Señor. Es una revolución".

En las semanas siguientes, la revolución se traslado a las zonas rurales, donde los campesinos tomaron e incendiaron castillos y mataron a sus señores.

En medio de este clima de agitación, la Asamblea Nacional (que el 9 de Julio se había declarado constituyente) decreto la abolición de los derechos señoriales (entre ellos, los derechos de caza y la corvea). En las ciudades se suprimieron las corporaciones, y el clero perdió la recaudación del diezmo. Unos días más tarde, el 26 de agosto, la asamblea proclamo la “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”. En este documento se incluía la reafirmación de la soberanía popular y de los derechos naturales de los habitantes (la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión), que poseían por el solo hecho de haber nacido como personas y se insistía en la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Los Derechos del Hombre y del Ciudadano (haga clic sobre la imagen para ampliar)


En 1790 la asamblea proclamo la Constitución civil del clero, que suprimió conventos y órdenes religiosas y estableció que los clérigos serian funcionarios del estado elegidos por la población de sus distritos. Esta separación de la iglesia y el Estado hizo que el Papa rompiera relaciones con Francia. A partir de entonces, los religiosos se dividieron en Juramentos (los que juraron la Constitución civil del clero) y refractarios (los que no aceptaban la autoridad del gobierno y eran considerados contrarrevolucionarios).

Los símbolos revolucionarios (haga clic sobre la imagen para ampliar)