El Imperio francés

Napoleón solicito al Papa Pio VII que los coronara en París. En el momento culmínate de la ceremonia, tomo la coronas de manos del Papa y la coloco sobre su cabeza. El mensaje era claro: Dios no había sido quien lo había elegido Emperador, sino el pueblo. Francia restableció así un imperio como el de Carlomagno, y para completar su poderío, Napoleón creó una nueva nobleza hereditaria cuyos títulos fueron otorgados a sus funcionarios. Ellos, como Napoleón, eran plebeyos convertidos en aristócratas. En la medida en que sus conquistas por Europa avanzaban, fue colocando como gobernantes de distintos países a integrantes de su familia. El propio Napoleón, divorciado de su primera esposa (la emperatriz Josefina), se caso luego con una princesa austriaca, la archiduquesa María Luisa.

Napoleón con los atributos de un Emperador

Durante el Imperio, la censura reprimió las manifestaciones de la oposición, acalladas también por una policía que multiplicaba los arrestos. La libertad de expresión desapareció. El gobierno controlo, además, la enseñanza universitaria. Desde el punto de vista económico, la redacción del Código de comercio, el respaldo a la industria y la realización de obras públicas (puertos, caminos y canales) favorecieron económicamente a Francia, enriquecida también por los tributos y las indemnizaciones de los países derrotados por el emperador. Aun así, la necesidad de costear las campañas militares cada vez más numerosas llevo al incremento de los impuestos directos y al restablecimiento de los impuestos indirectos sobre la circulación de mercaderías.

El Imperio Napoleónico (haga clic sobre la imagen para ampliar)


La oposición de Europa


Desde 1805, la guerra entre Francia y Europa fue permanente, Gran Bretaña, alarmada ante el crecimiento de la industria francesa, estuvo presente en las cuatro coaliciones restantes de Francia. Esta nunca tuvo el poderío naval suficiente para vencer a los ingleses en el mar, de modo que obligo a los países derrotados y sometidos a su influencia a no comerciar con Inglaterra (medida conocida como “Bloqueo continental”). Dado que estos países satélites se perjudicaban con esa medida, siempre surgían nuevos conflictos. Además, los soberanos de Austria, Prusia y Rusia observaban con alarma que, junto con las tropas napoleónicas, entraban en sus países ideas como las declaraciones de derechos y garantías, la codificación de las leyes y la enseñanza laica. Finalmente, otra causa de la guerra contra Francia fue que consideraban a Napoleón un usurpador que ocupaba el trono que pertenecía a los Borbones.

La expansión del Imperio Napoleónico (haga clic sobre la imagen para ampliar)



En 1813, los ejércitos de la Sexta Coalición consiguieron vencer a Napoleón en la Batalla de Leipzig, y al año siguiente entraron en Francia y lo depusieron. Este fue exiliado a la isla de Elba y Luis XVIII (hermano de Luis XVI) ocupo el trono francés. En 1815, Napoleón retorno a Francia, donde recupero poder por un periodo que se llamo de los “Cien Días”. Finalmente, un ejército anglo-prusiano lo derroto definitivamente en Waterloo (Bélgica). Comenzaba el periodo conocido como Restauración, en el que las potencias vencedoras del emperador intentarían retornar a los principios del Antiguo Régimen.