El Fracaso de la monarquía constitucional

A principios de 1792, los reyes de Austria y de Prusia, que estaban muy preocupados por la suerte de la familia real francesa, se prepararon para invadir Francia. Fue entonces cuando la difusión de un manifiesto del jefe de las tropas prusianas, el duque de Brunswick, que amenazaba con destruir París si Luis XVI y María Antonieta sufrían el menor ultraje, puso al descubierto las complicidades entre las monarquías extranjeras, los nobles emigrados y la familia real francesa. El Manifiesto de Brunswick enfureció al pueblo de París, que el 10 de agosto tomo por asalto el Palacio de las Tullerías. Bajo la presión de la guardia nacional y los llamados “San-Culottes”, la asamblea Legislativa debió suspender al Rey y lo envió a prisión junto con el resto de su familia.

La Asamblea Legislativa convoco entonces a elecciones para nueva asamblea, esta vez por sufragio universal. Así nació la convención, que en septiembre abolió la monarquía y proclamo la República. En cuanto al Rey, la mayoría de los diputados de la convención, de tendencia girondina, no deseaba juzgarlos pero con el hallazgo de la correspondencia de Luis XVI con reyes extranjeros posterior a 1789, se decidió su muerte y de la Reina en la guillotina, en enero de 1793.

Asalto al Palacio de las Tullerías, el 10 de agosto de 1792

La política se hace popular


Si se traza un balance de los acontecimientos que se sucedieron entre 1789 y principios de 1793, queda claro que la Revolución Francesa abrió el camino a la participación política popular. La redacción de los cuadernos de quejas y la difusión de periódicos, folletos y líbelos multiplicaron la extensión de las ideas y avivaron los debates aun en los sectores mas humildes.

Frente al mundo refinado de salones y academias, propios de la ilustración, surgieron otras reuniones en cafés, liceos y museos, en los que los escritores no consagrados practicaban una crítica mucho más feroz al Antiguo Régimen. También aparecieron los Clubes Políticos, como el de los Jacobinos (llamado así por el convento en el que se reunía la “Sociedad de Amigos de la constitución los Derechos del Hombre y del ciudadano”) en el se destacaban Danton, Marat y Desmoulins. Ambos clubes representaban a la pequeña burguesía, los artesanos y los obreros. Otros clubes políticos eran los femeninos, que dependían de la Sociedad Popular de Mujeres, creada por Olimpia de Gouges.

Olimpia de Gouges


La Revolución Francesa también puso en marcha otro tipo de manifestaciones plásticas. Enfrentados a las refinadas escenas cortesanas y galantes de las pinturas del Rococó, aparecieron dibujos y grabados, serios o satíricos, que condenaban el Antiguo Régimen y reflejaban las luchas populares.