La Asamblea
Legislativa convoco entonces a elecciones para nueva asamblea, esta vez por
sufragio universal. Así nació la convención, que en septiembre abolió la monarquía
y proclamo la República. En cuanto al Rey, la mayoría de los diputados de la
convención, de tendencia girondina, no deseaba juzgarlos pero con el hallazgo de la correspondencia de Luis XVI con reyes extranjeros posterior a 1789, se decidió su
muerte y de la Reina en la guillotina, en enero de 1793.
Asalto al Palacio de las Tullerías, el 10 de agosto de 1792 |
La política se hace popular
Si se traza un
balance de los acontecimientos que se sucedieron entre 1789 y principios de
1793, queda claro que la Revolución Francesa abrió el camino a la participación
política popular. La redacción de los cuadernos de quejas y la difusión de
periódicos, folletos y líbelos multiplicaron la extensión de las ideas y
avivaron los debates aun en los sectores mas humildes.
Frente al mundo
refinado de salones y academias, propios de la ilustración, surgieron otras
reuniones en cafés, liceos y museos, en los que los escritores no consagrados
practicaban una crítica mucho más feroz al Antiguo Régimen. También aparecieron
los Clubes Políticos, como el de los
Jacobinos (llamado así por el
convento en el que se reunía la “Sociedad de Amigos de la constitución los
Derechos del Hombre y del ciudadano”) en el se destacaban Danton, Marat y
Desmoulins. Ambos clubes representaban a la pequeña burguesía, los artesanos y
los obreros. Otros clubes políticos eran los femeninos, que dependían de la Sociedad Popular de Mujeres, creada por
Olimpia de Gouges.
Olimpia de Gouges |
La Revolución
Francesa también puso en marcha otro tipo de manifestaciones plásticas.
Enfrentados a las refinadas escenas cortesanas y galantes de las pinturas del
Rococó, aparecieron dibujos y grabados, serios o satíricos, que condenaban el
Antiguo Régimen y reflejaban las luchas populares.