El Directorio comenzó a funcionar en 1795.
El poder legislativo del nuevo gobierno era bicameral y estaba integrado por el
Consejo de Ancianos y el Consejos de los Quinientos. El ejecutivo
estaba en manos de Cinco directores elegidos por los Ancianos de una lista de
cincuenta nombres elaborada por el consejo de los Quinientos. El voto era
censitario, es decir, las personas incluidas en un censo se veían restringidas.
El nuevo gobierno no tuvo autoridad, ya que
sus poderes se paralizaban mutuamente, y además fue impopular, porque había
desorden e inseguridad, alza de precios, miseria generalizada, desocupación y
una gran corrupción (incluso entre los miembros del gobierno). La ruina de
Francia pudo evitarse con los impuestos cobrados en los piases ocupados por las
tropas francesas
Cuando los realistas o los jacobinos ganaban las elecciones legislativas, el Directorio daba un autogolpe y anulaba las elecciones para mantener una mayoría
moderada. Así que, con el argumento de que salvaba a la República, desconocía
la ley. Además, para mantenerse en el poder, recurrió a medidas propias del Terror jacobino, como ordenar la leva (reclutamiento forzoso de ciudadanos para
el ejército) general, imponer contribuciones a los ricos y efectuar
requisiones, atacar la libertad de prensa y permitir que la policía vigilara
libros, obras de teatro e incluso correspondencia privada.
Siempre amenazado con ser desbordado por
derechas e izquierdas, el Directorio, presionado por una burguesía que quería y
un gobierno que le asegurara los derechos obtenidos con la revolución, dejo que
el ejército, al que necesitaba para reprimir a sus enemigos, se volverá árbitro
de la vida política.